Por Armando Jimenez
Coronel Francisco León, fundador de la primera escuela; él tal vez el primer profesor de sus trabajadores que extraían el colorante del árbol de brasil de color rojo púrpura exportado a Europa; la anilina todavía no descubierta. Este colorante natural hizo rico a don Alexander Degyves, amigo del comandante de Tehuantepec en 1859, Porfirio Díaz.
Don Francisco León, conocido como Pancho León, nació el 4 de octubre de 1846; fue jefe político en 1876, constructor del palacio municipal de Juchitán, inaugurado en 1883; construído a sangre y fuego, con rigor de Pancho León, lo que hizo que los Tecos lo odiaran por forzarlo en la construcción del palacio. Hoy no reconstruido desde el terremoto de septiembre del 2017. Él era hijo de doña Guadalupe Hernández, una teca, con padre chiapaneco, don Ricardo León, natural de Tuxtla Gutiérrez. Tuvo una infancia pobre; se formó desde niño en trabajo duro para ganar su sustento y ayudar a su madre doña Guadalupe, habiendo quedado huérfano de padre a temprana edad. Trabajó siendo un niño todavía con don Alexander Degyves, hombre rico que vivió en la esquina Av. Juárez y 5 de Septiembre. Llegando él Pancho León a comandar casi mil trabajadores en la extracción del colorante del árbol de Brasil aquí en los campos de Juchitán; él autodidacta vislumbró que la instrucción, educación cambia la vida, el destino del hombre; es así que funda el Instituto Juárez arriba del recién inaugurado palacio, nombrando como director del mismo al espinaleño don Pío Ortega, que será más tarde maestro de José F. Gómez. Él Pancho León participó en la batalla del 5 de Septiembre de 1866, bajo la orden del héroe juarista don Albino Jiménez. Ya como presidente de México el General don Porfirio Díaz en 1876, lo distingue en el futuro nombrándolo gobernador de Chiapas, donde hoy un pueblo que lleva su nombre, Francisco León, en la parte noroeste del Estado, cerca del volcán Chichonal.
En las memorias de don Porfirio Díaz, relata la noche en que él cenando en la casa de don Alexander Degyves, un grupo de juchitecos encabezados por Albino Jiménez, quisieron detenerlo; don Alexander Degyves evitó que lo detuvieran, él resalta que estuvo en peligro su vida. Entonces, él, don Porfirio era comandante del cuartel de Tehuantepec, era entonces 1859. El escritor francés Brasseur, lo vería y dejaría en su libro Un viaje por el Istmo de Tehuantepec, escrito el perfil ideal de un militar indígena que don Porfirio a sus 29 años reunía. La cocinera de la casa de don Alexander Degyves era la bella joven Tona Tati; ahí la conocería don Porfirio y tendrían un apasionado romance. Años más tarde el maestro Andrés Henestrosa al trabajar casi niño por el año 2018 en la cantina del señor Lencho Arenas le encomendó:- si llegara a pasar una anciana de esta y éste perfil, favor de servirle una copa de mezcal – era Tona Tati, heroína de la batalla 5 de Septiembre de 1866-.
Cuando fui lechero siendo niño, porque también fui lechero de mi abuelo don Amado Sánchez, entregaba un litro de leche en la casa del capitán Leopoldo Degyves; una fotografía de una mujer blanca de huipil y enagua en la pared de la sala; este perfil lo hallaría más tarde en la CDMX, en el bello rostro de Julieta Degyves- hermana del pintor Gastón Degyves, ilustrador de mi libro Remembranzas al amanecer-. Que ayer le envié un saludo al platicar por Móvil con su hermano Gastón desde aquí en Juchitán a la CDMX. De paso informándole del afortunado nombramiento de su primo Leopoldo Degyves como embajador en Venezuela. Enhorabuena! Por Leopoldo y por Juchitán. Suerte! En tu quehacer diplomático, si es que aceptaste dicha distinción del presidente AMLO. Una atinada decisión al nombrarte Embajador de México en Venezuela, ahora que México vuelve a brillar su prestigio en el mundo por el gran presidente que hoy tenemos. Viva! México. Viva! AMLO, viva! Juchitán.