Flor de Jesús Mayoral Sánchez
La lactancia materna es un concepto conocido, escuchado y pronunciado diariamente en nuestra sociedad, sin embargo, en el marco de la celebración de la Semana Mundial de la Lactancia Materna (1-7 de agosto) es crucial recalcar que en la actualidad las mujeres se encuentran cada vez menos empoderadas con su práctica.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene bien establecido que la leche materna debe ser el único alimento que el recién nacido consuma hasta los 6 meses de vida y que, puede continuarse hasta los 2 años con el consumo de otros grupos de alimentos. Si bien esto pareciera ser algo sencillo de comprender, en la práctica nos encontramos bastante alejados de poder llevarlo a cabo.
En el mundo solamente el 40% de los niños reciben lactancia materna de manera exclusiva y en nuestro país el último dato reportado en 2018 por la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) es aún menor con el 28.6%.
Está comprobado que la leche materna es el mejor y más completo alimento que los seres humanos podemos recibir desde el momento en que nacemos por su gran cantidad y calidad de nutrientes, ya que el 87% de ella es agua y provee los tres principales macronutrientes: grasas, proteínas y carbohidratos; además de vitaminas como la A, E, C, junto con todas las del complejo B, y minerales como el sodio, potasio, calcio, magnesio, fósforo, azufre, cloro, hierro, cobre, zinc, factores antiinfecciosos como inmunoglobulinas y enzimas que propiciaran el adecuado funcionamiento y desarrollo del organismo.
Dicho lo anterior cualquier otro alimento líquido o sólido está por demás brindárselo al niño antes de los 6 meses de vida y todos como sociedad, no solo las mujeres, debemos estar seguros de ello; pero entonces ¿Por qué les damos agua si la leche materna la tiene en su mayor composición? ¿Por qué el consumo de fórmulas lácteas en recién nacidos sanos? ¿Por qué el uso de tés, papillas comerciales, jugos azucarados para su consumo? esto, sólo por mencionar algunas cuestiones que están sucediendo y promueven el abandono de la lactancia materna aunado con un mundo globalizado en el que las respuestas a ellas varían, pero mucho tiene que ver la falta de información y apoyo que necesitan las madres por parte de los especialistas en salud y de la sociedad en sí; por lo tanto, es tarea de todos promover, respetar y proteger la práctica de amamantar de manera natural, ya que de ello depende la presencia de futuras generaciones saludables, con menores cifras de enfermedades crónicas como el sobrepeso, obesidad, diabetes mellitus, hipertensión y cáncer.
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