Juchitán, Oax.-
Corría el año de 1941, las autoridades del municipio nos eligieron para ser Embajadoras en la ciudad de Oaxaca, se celebraba el “Lunes del Cerro”, evento importante en donde todas las regiones del estado enviaban a sus representantes, ¡Nos eligieron para ir a la capital!
Lo anterior es un extracto de las memorias de Agapita Rementería Marín “Pita Rementería”, quien a sus 98 años de edad radica en la colonia Roma de la capital del país.
“Estuvimos esperando nuestros trajes con mucha emoción, y sobre todo ensayando los sones en la casa de Na Rita Chiva, quien nos decía como bailar y como ir acomodándonos en el escenario, nosotras, lo imaginábamos, nos ayudaron también las maestras Cecilia Amparo y Amparo”.
Doña Pita recuerda que, eran varias chicas las designadas como Embajadoras, entre ellas, Rosa Torres (Hermana de Felicitas, la mama de Ito), Conchita Santiago, Esther Jiménez, y Cástula Marcial.
“Algunas llevaban acompañantes, como Conchita que fue con Don Aristeo su padre; Cástula llevo a su abuelita; y Esther a su mama, a las demás apenas y nos dieron dinero y permiso para ir”.
La entrevistada recuerda que al parecer las escogieron por votación “Porque la gente joven tiene su gracia”, y las señoras que las cuidaron fueron Cecilia Jass (A las que nuestras madres les dieron nuestras alhajas a resguardar); y Amparo Jass (Quien cuidaba nuestro dinero y nos daba solamente cinco pesos para gastar).
“Por fin llego el día del viaje, en la comitiva estaba el Presidente Municipal Sócrates Castillo, el Secretario Sotero Santiago; entre otros, nos fuimos a San Jerónimo (Ixtepec) a tomar el tren, porque en Juchitán cuando llegaba a la estación no daban tiempo, apenas llegaba, tiraba las cosas y arrancaba”.
En esas épocas en ciudad Ixtepec antes San Jerónimo, el tren se abastecía de agua y daba tiempo para que los pasajeros abordaran en completa calma.
“El viaje era muy largo, primero pasábamos por Veracruz, después por un lugar llamado Esperanza, Puebla y al final Oaxaca. Era mi primer viaje largo y sola en tren, los paisajes eran hermosos y el clima cambiante, mis ojos siempre estaban a la expectativa, de todo lo que pasaba”.
Recuerda que, cuando llegaron a Oaxaca, como buenas istmeñas, ya estaban limpias, peinadas, y vestidas de rabona, al desembarcar había muchos curiosos, porque en ese tiempo era raro ver a las mujeres vestidas de tehuanas.
Entre las muchas personas que los recibieron destacó la presencia del Gobernador González Fernández, el secretario Benjamín Cruz, Andrés Henestrosa, Máximo Valdivieso, y el licenciado Gurrión.
“Recuerdo que nos hospedamos en el hotel Hispano, otros se fueron al hotel Monte Albán. Estuvimos en Oaxaca ocho días, los suficientes para conocer las ruinas de Monte Albán, y Mitla, me pareció muy primitivo el árbol del Tule, muy interesante, pero descuidado”.
“Creía que la gente no sabía apreciar lo que tenía, o más bien ahora de vieja, caigo en cuenta que la pobreza era extrema. También visitamos varias iglesias, el museo Indígena, Cultural y de Artes Benito Juárez, desconozco si aún existe. Sin embargo, la tranquilidad de la ciudad y las casas tan bonitas me sorprendió”.
Relató que, el día de la Guelaguetza estaban muy nerviosas, contentas y entusiasmadas, había mucha gente, y sobre todo muchachos, con su cuerpo erguido, la frente en alto, y con el orgullo de sus antepasados, bailaron La Sandunga, La Petrona, no recuerda cuales más, pero si tiene presente la cara de admiración de los presentes porque eran la novedad.
“En ese hermoso viaje asistimos a la fiesta del Palacio, en donde fuimos muy bien atendidos, todos estos recuerdos entre nubes, aromas y colores, después de tanto tiempo me parecen un sueño”, concluyo.
