Santa María Xadani, Oax.-

“No quiero que llegue ese día porque me duele demasiado, me duele, me duele”, confiesa Rosita Santiago Santiago, sin poder contener las lágrimas, al recordar aquella noche del 7 de septiembre en el que el terremoto le destrozó la vida al sepultar a su esposo Arturo Guerra Jiménez y a su hija Ajelet Yeshua.

Como también le duele que el Presidente Enrique Peña Nieto no haya cumplido su palabra para ayudarla con una beca de estudios que le prometió para su hijo Orlando Arturo Guerra Santiago y que solo haya sido noticia de primera plana o imagen para noticiarios de televisión.

“Aún recuerdo las palabras del presidente Peña; me dijo que lamentablemente no iba a devolverme a mi esposo ni a mi hija, pero mis cosas materiales sí, pero desde ahí nada, no sé si se le olvidó o ¿qué pasó?”.

Sin embargo, Rosita dice que hay videos y fotografías de aquel 13 de septiembre de 2017, día en que Peña Nieto llegó a Xadani para darle el pésame y hacerle la promesa que finalmente dejó en el olvido.

“En el video que me enseño mi sobrino se ve a mi papá (Wilber Santiago Robles) que alcanzó a darle la mano al presidente Peña. Mi papá le decía, en qué puede ayudar a mi nieto porque está viendo que quedó solo y quiere estudiar y ahí (Peña) prometió que iba apoyarlo con una beca hasta que terminara sus estudios, hasta que fuera un profesionista”, pero mintió.

Igual pasó con el gobernador Alejandro Murat Hinojosa que vino y públicamente se comprometió a ayudar, mientras que su esposa Ivette Moran la citó a la ciudad de Oaxaca y finalmente la abandonaron, ahora ni los teléfonos le contestan.

“Vino Murat y delante de la gente se comprometió. Rosario Robles sí me apoyo, una semana llevo a mi hijo a terapias pero luego se fueron y me dejaron su número, yo le hablaba y ya no contestan”.

Ahora que ya va a cumplir el año del terremoto, comenta entre sollozos: “No quiero que llegue ese día porque me duele demasiado, me duele, me duele. Le digo a mi mamá, me quiero ir de aquí. Me duele recordar esa noche cuando no pudo salir mi esposo y murió abrazando, protegiendo a mi hija”.

“La gente que me ve trabajando aquí en la tortillería a los mejor piensan, mírenla ya se le pasó, ya ni se acuerda, pero no, solo el trabajo me hace distraer y que me olvide un poco de este dolor pero cuando estoy en mi casa, reviso el celular de mi esposo, veo sus fotos y vuelvo a sufrir”.

Y es que “perdí todo, mi casa, todas mis cosas, a mi esposo y a mi hija. No me importa dormir en la tierra, en el suelo, pero que yo tuviera a mi esposo y a mi hija”.

“Ya va a ser un año y le digo a mi mamá que quisiera irme lejos para no revivir ese día. Me da miedo que se acerque ese día porque tengo presente esa noche. ¿Cuándo se va a ir este dolor? Se pregunta al narrar el horror que vivió aquella noche en que tembló la tierra.

El terremoto, que tuvo una magnitud de 8.2 grados y se produjo poco antes de la medianoche del jueves siete de septiembre de 2017 y afectó alrededor de 950 viviendas de esta comunidad zapoteca, de las cuales 350 fueron declaradas como pérdida total, entre ellas se encuentra la casa de Rosita.

Renuente a narrar su tragedia porque sabe que todos lucran con su dolor, finalmente accedió a revivir esa noche que oscureció su vida y derrumbó su vivienda de dos pisos.

“Estábamos todos juntos arriba. No me di cuenta la hora en que empezó a temblar. Ya estaba muy fuerte. Ya se iba a caer la casa. Me di cuenta y desperté a mi esposo. Él me dijo abre la puerta y yo voy por los niños. En eso se fue la luz. Él me dijo córrele que ahí traigo a los niños y abrí la puerta, pero con el movimiento pisé un escalón y en el segundo me caí, me fui hasta abajo”.

Cuando voltee vi que la casa ya se iba a caer. Pensé que mi esposo ya venía atrás. Mi hijo dice que ya no vio a su papa ni a su hermana y no sé si el golpe de la casa lo tiro y se quedó atrapado, pero ahí estaba debajo de la losa (techo). Que fue un milagro de Dios que mi hijo se salvara.

La losa está en el suelo y mi hijo estaba allá abajo y logró salir solo se le lastimó su pierna y tiene un huesito afuera. Y no ha sido operado porque es muy riesgosa ya que puede quedar inválido. Mejor me dice mi hijo que se quede así.

Mientras que “mi hija no tenía ninguna herida porque su papá la cubrió con su cuerpo. Creo que mi niña se asfixió porque mi esposo la abrazó y a él le cayó toda la losa.

Después de cuatro meses de terapias ya empieza a hablar de este dolor, pero sobre todo porque es el sostén de su hijo Orlando Arturo Guerra Santiago, de 17 años de edad y quien empezó el quinto semestre del Centro de Bachillerato Tecnológico Industrial y de Servicios (Cbtis) 205 de Juchitán y quiere estudiar arquitectura.

Mientras atiende la tortillería que antes trabajaba su esposo, relata: “Le digo a mi papá este trabajo es de hombre, me da pena porque tengo que meter la manos para hacer la masa, cargar bultos de harina y todo eso. Además, diario está subiendo el gas y ya se descompuso la maquina. Es un trabajo pesado. Me fuera fácil pagar a otra persona y yo atenderá pero cuánto le voy a pagar y yo necesito el dinero para los estudios de mi hijo. Tengo que trabajar de 4 de la mañana a 7 de la noche, de lunes a domingo.

“Él (su hijo) le está echando ganas por eso hago mi mejor esfuerzo trabajando y me da miedo no pagarle sus estudios. Si tan siquiera me diera (Peña Nieto) la beca para mi hijo con eso me conformó porque el sueño de mi esposo es que él fuera un profesionista, pero el miedo que tengo es no poder cumplirlo porque él sí tiene ganas”, puntualizó.

Insistió: “Aunque me dejaron su número telefónico pero marco y no me consta nadie. Quedaron de que yo iba a avisar cuando se iba a inscribir mi hijo y cuánto se iba a pagar pero no me contestaron. Es una decepción porque en ese momento yo sentí que de verdad me iban a apoyar pero pasando los meses se olvidaron de nosotros”.(pagina3.mx).